Me gusta mucho
esta foto. Siempre me ha parecido que es un fiel reflejo de la esencia de la
vida: saltar obstáculos. Creo que es algo que hacemos todos. Superar las
barreras que nos encontramos en el camino. Sabiendo que no estamos exentos de
pegarnos algún que otro golpe.
Hace justo una
semana, yo me llevé uno “gordo”. Han sido tres años salvando obstáculos sin
grandes sustos. El último de ellos, además, hasta con técnica. Pero hasta el
saltador más experimentado se tropieza, alguna vez, en alguna ría. La caída
está muy reciente, así que aún me duele el golpe. Me va a dejar un moratón que
me impedirá saltar en muchas citas importantes. En todas esas citas para las
que había trabajado con tanto esfuerzo. Con tanta ilusión.
¿Sabéis? Esto
también es Física: cuando usas algo, puede romperse. Y es Vida: cuando se te
rompe algo, duele. Y, al contrario que la llegada del hombre a la Luna, es un “pequeño
traspiés para la humanidad”; y un “gran topetazo para el hombre”.
Así lo he sentido yo durante los primeros días, como un gran topetazo. Así que
he llorado mucho y he pensado, con mucha intensidad, que no era justo. Os
mentiría si os dijera lo contrario.
Pero como esto
sigue siendo un péndulo (recordad que ya hablamos en su momento de ello. Haz click en el siguiente enlace > El Péndulo), me he
secado las lágrimas y he dejado de autocompadecerme. He empezado a construir de
nuevo, una vez derribado el edificio. Durante las próximas semanas tendré que sentar
las bases. Van a ser semanas duras. Lo sé. Duras mentalmente, hasta que pueda
recuperar la parte de mí que ahora me falta. La Claudia atleta. Y duras
físicamente, cuando ponga un pie en el suelo y sea consciente del camino
retrocedido durante la ausencia forzada. Una dureza, en ambos casos, que me
hará un poquito más fuerte.
He tenido que cambiar zancadas por pedaladas. Parque por gimnasio.
Ilusiones por realidad. Pero, lo que no he cambiado, ni cambiaré nunca, es la
convicción de que, a la vida, hay que echarle dos huevos. Aunque a veces se
cuajen. Porque las tortillas de uno sólo no sirven para saciar el hambre. No puedo
deciros cuándo, pero nos veremos relativamente poco. Mientras tanto, prometedme
que seguiremos saltando obstáculos.