lunes, 21 de febrero de 2022

¿DUDAS?

 CRÓNICA CAMPEONATO DE ESPAÑA SUB23 DE PC

PARTE I:

Miguel de Unamuno no se puso jamás unas zapatillas de correr. Tampoco resolvió, durante sus algo más de setenta años de vida, ninguna ecuación diferencial. Ni ordinaria ni en derivadas parciales. Así que vais a perdonarme si hoy lo tomamos a él como figura central de la historia.

Miguel de Unamuno pensaba mucho. También escribía mucho. Justo merecedor del Nobel que nunca recibió, dicen los entendidos. Yo no entiendo. Pero sí que siento. Y siento mucho cuando leo a Unamuno.

Corría el año 1936. Año difícil en esa historia que es la nuestra, la Historia de España. Aquí estaba nuestro amigo Unamuno, en esta misma ciudad en la que me estrené yo, ayer, como atleta "semimayor". A punto de pronunciar el discurso con el que tomaría posesión de su cargo como Rector de la Universidad de Salamanca. Frente a él, un auditorio repleto. Unamuno, que no era salmantino, sino vasco. Que no tenía una tendencia política definida. Que vivía en una profunda contradicción. Entre el creer y el saber. Unamuno. Que no necesitó ni alzar la voz. Que miró hacia Millán Astray y entonó, convencido, aquello de "Venceréis, pero no convenceréis".

No sé lo que dicen los que escriben la Historia. No me interesa su pluma. Prefiero recurrir, directamente, a los que la vivieron. Tengo el discurso de Unamuno en dos sitios diferentes. Lo imprimí en letra cursiva, y lo colgué en mi cuarto, frente a mi escritorio. Sólo por si en algún momento se me olvida algún fragmento. Porque tengo el discurso de Unamuno grabado dentro. Estoy intentando vivir de acuerdo a él. Aunque sus palabras no sean, estrictamente hablando, mías. Yo también vivo, como Unamuno, entre el creer y el saber. Entre la realidad y la ilusión. Tengo muchas dudas. Pero también tengo una certeza. La de saber lo que quiero. Y otra más. La de ser consciente de que estoy haciendo todo lo que puedo para conseguirlo. Disculpe, Don Miguel, porque ya ve usted que, en algunas cosas, no tengo dudas. 

PARTE II:

Ayer, mientras calentaba, pensaba en Unamuno. Bueno. También pensaba en no dejarme un tobillo. Que a esas horas no se veía un carajo. Pero pensaba principalmente en Unamuno. Porque, como él, yo también tenía mis dudas. Menos trascendentales, claro. Pero mis pequeñas dudas.

No porque no quisiera correr. En absoluto. Me apetecía mucho hacerlo. Tampoco porque me diera miedo. No os preocupéis, el pistoletazo de salida no suena tan fuerte. Tenía dudas porque quería creer. Hasta ahora, creer me ha dado buenos resultados. Pero sabía que, por mucho que creyera, o que quisiera hacerlo, la realidad está siempre por encima de la fantasía. 

Ayer tenía un sueño. Quedar entre las tres primeras. Ayer, también, tenía un objetivo realista. Hacerlo entre las seis. Salí la última. Poca emoción, lo sé. Siempre salgo la última. Me coloqué la séptima. Mantuve esa posición durante la primera mitad de la carrera. Claudia. Que los sueños son sueños. No siempre se pueden cumplir. Pero los objetivos, aunque no puramente objetivos, se ajustan más a la realidad. Me coloqué sexta. Objetivo cumplido. Así que ahora, que la realidad es real, sueña. Me coloqué quinta. Y final del cuento. Porque quinta llegué. En mi primer campeonato de España de pista en categoría Sub23.

¿Qué queréis que os diga? Que vuelvo a tomarle la delantera a nuestro amigo Unamuno. Porque no tengo ninguna duda. Estoy contenta. Estoy muy contenta. Ayer me quedé lo suficientemente lejos del podio como para querer seguir creciendo. Pero lo suficientemente cerca como para acabar con una gran sonrisa. Aunque siga sintiendo que puedo correr mucho más rápido. Aunque termine de correr y esté pensando ya en volver a hacerlo. ¿Cómo dice, Don Miguel? ¿Que no me aclaro? No me venga con esas, eh, que hemos quedado que el de las dudas era usted.



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