Hace poco más de dos semanas despedía el primer cuatrimestre estampando mi firma en el último de los exámenes finales. Era un viernes. Al lunes siguiente, cogía de nuevo el “boli”, pero no para resolver ejercicios, sino para empezar a tomar los primeros apuntes del segundo “cuatri”. Dos días de descanso entre ellos. Casi no me da tiempo ni a cambiar de color.
Tengo la sensación de que este descanso ha sido demasiado corto. De que he empezado la segunda serie sin haberme recuperado bien de la primera. Hoy os voy a ser muy sincera, tenía “cero ganas al cuadrado”. Cero ganas de estudiar. Cero ganas de competir. Esta mañana, cuando mi padre me ha dicho que no estudiara, le he respondido que a mi mente le gustaría no hacerlo. Pero que sería lo fácil. Y las ecuaciones fáciles, ya sabéis, explican pocas cosas. La Física bonita está en las ecuaciones difíciles. Esta tarde, rumbo a Gallur, cuando Isidro me ha dicho que no tenía por qué correr hoy, le he respondido igualmente que a mi cuerpo le gustaría no hacerlo. Pero que sería lo fácil. Y los ritmos fáciles, ya sabéis, no sirven para ganar carreras. Las carreras se ganan apretando los dientes.
Hoy me habría quedado en casa. Y os voy a contar por qué no lo he hecho. Aunque os parezca una caramelada. Como ya os tengo acostumbrados a ellas, pues no importa. Un poquito más de azúcar. Hace unas semanas coincidí con mi amiga Ivana, del Club Corredores. Yo no creo en el talento. Sí en el trabajo. Y sé que detrás de ella hay mucho. Ivana llevaba varias tentativas frustradas sobre el 1500. Se le resistía, por poquito, la mínima absoluta. ¿Qué queréis que os diga? Tengo de mediofondista lo mismo que de física experimental. Cero. Rompo todos los “cacharritos”. Pero sabía que en 4.40 sí que podía correr. Así que quedamos en que la rubia pequeña le haría de “liebre no oficial” a la rubia grande. No me gusta nada de nada fallarme a mí. Pero me gusta aún menos fallar a los demás. Así que hoy he sido una estupenda mediofondista. Paso del mil en 3.05. Suficiente. La rubia mayor se va para Orense. Y la rubia pequeña se alegra mucho. Por la rubia mayor, claro. Pero es que, de rebote, vuestra física en proyecto ha conseguido mejor marca personal, ¡y su primera mínima absoluta! Es como la primera ecuación diferencial ordinaria que resuelves solo. Hace ilusión. Aunque sea una ecuación sencilla. Es el primer paso para poder resolver una más complicada. Muchas gracias por compartirla conmigo. No. No os preocupéis. La ecuación ya la resuelvo sola. Me refería a la ilusión por seguir creciendo.
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