CRÓNICA CAMPEONATO DE ESPAÑA DE CROSS INDIVIDUAL Y POR FEDERACIONES
La primera vez que vestí la camiseta de estrellas, hace 5 años, el circuito era muy parecido al de ayer. La tarde anterior, cuando el autobús nos dejó a los pies del mismo, todo el mundo hablaba precisamente de eso, de pies. Bueno, de qué llevar en ellos. Yo, que en mi vida había oído hablar de “voladoras”, pensé que aquel era un nombre muy apropiado para designar a unas zapatillas. Me lo adjudiqué, porque sonaba muy profesional. No corrí con voladoras. Corrí con los “clavos para todo”, que eran los únicos que tenía.
La mañana de aquel domingo, en la que el polo de la talla 14 me llegaba a las rodillas, debutaba, como os digo, con la selección madrileña. Debutaba también en la categoría Sub18. Vamos, que tenía pocas referencias. Así que, a la hora de correr, pues simplemente corrí. Recuerdo que sufrí mucho. Poco tiempo, porque solo eran 3000 metros, pero con mucha intensidad, que aquellas niñas iban muy rápido. Fui sexta en aquel debut.
Aunque ya no me llega a las rodillas, no os creáis que mi crecimiento ha seguido una regla de proporcionalidad directa. Aquí las “mates” han hecho de las suyas. El polo todavía me queda grande. Pero no tanto. Ayer, lo que me llegaba hasta las rodillas era la camiseta de calentamiento. Y, como os digo, el dilema de la tarde anterior era el calzado a usar durante la competición. Ojo. Que ya tengo voladoras. Ayer el pastel parecía tener unos ingredientes muy parecidos a los de aquella primera vez. Y es que, para rematar el cocinado, ayer también era para mí una “primera vez”. No una primera vez absoluta. Que sorprendí con las trenzas, pero la cinta os la vais conociendo. Ayer era una primera vez relativa. Mi debut en la categoría Sub23. No fui sexta, sino novena. No sé si corrí bien o mal. Sospecho que la balanza se inclina un poquito más hacia este segundo lado. Lo que sí sé es que di todo lo que tenía. Que corrí de menos a más. Que, si ese amable señor que te indicaba las vueltas que te quedaban, me hubiera dicho “una vuelta más”, le habría respondido que gustosamente la recorriera él. Sé que sufrí. Aunque acabo de ver las fotos, y en muchas asoma una medio sonrisita. Así que, para compensar la inclinación de mi balanza, diré que hay algo que sí que hice francamente bien en el día de ayer: no olvidarme de disfrutar mientras sufría. Estoy mezclando amargo y dulce. Ya sabéis que me gusta innovar.
Punto. Pero no final, eh. Solo punto y aparte. Que ya sabéis que mis crónicas son eso, crónicas a “partes”. Como las porciones de la tarta.
PARTE II:
Hasta aquí os he hablado de mí. Sólo de mí. Pero ya está bien de hacerlo. Resulta que aún no os he contado la mejor parte. Ayer, las madrileñas fuimos ¡Subcampeonas de España por Federaciones! Suena bien, ¿verdad que sí? Por el hecho en sí, claro. Pero especialmente por las personas con las que lo estaba compartiendo. Alicia y yo, por ejemplo, nos conocemos desde hace ya unos cuantos añitos. Y con Almudena he compartido experiencias de toda índole, hasta en la montaña. Así que me hacía mucha ilusión subirme al pódium con ellas. No os lo voy a negar, me faltaba mi “Ana Patas Largas”. Era el primer viaje de este tipo en el que ella no estaba. Físicamente, claro. Para mí sí lo hacía. Tocó correr un poquito por ella.
Hasta diciembre era Sub20. Por consiguiente, con la mayoría de integrantes del equipo junior tengo también muy buena relación. Aquí también había una baja importante, la de “Mi Campeona Favorita”, alias Señorita Blanco. Así que también me tocaba correr un poquito por ella. Menos mal que en 10kms hay metros suficientes. Que no me falte nadie más. Que acabo corriendo 50 metros. Lo que os digo. Que a estas chicuelas les tengo mucho cariño. Las “benjaminas” también se subieron al segundo cajón global. Eso en cuanto a resultados. El análisis de los mismos os lo dejo a vosotros. Yo os hablo de lo que vi. Y lo que vi fue que se dejaron la piel. Todas y cada una de ellas.
Ayer, una de mis amigas Sub20 me preguntó que cuándo iba a escribir mi crónica. Paula, me lo has puesto a huevo para que hable de ti. En verdad, no tengo mucho más que decirte que lo que te escribí anoche: que estoy muy orgullosa de ti. Pero como anoche era anoche, y hoy es hoy, pues te lo repito. Así no se te olvida. A veces las cosas no salen. A ti y a todos. Pero, aunque no salgan, tenemos que seguir intentando que lo hagan. Siempre. Porque, al final, solo es cuestión de tiempo. Llevo dos fines de semana consecutivos viéndote llorar. Te pones muy fea cuando lloras. Que lo sepas. Así que más te vale no derramar ni una lágrima más, eh. Estás avisada. Por cierto. No sé si te lo he dicho ya. Sí. Eso. Que estoy muy orgullosa de ti.
PARTE III:
Me estaba yo preguntando por qué dividir la crónica en dos aburridas partes, pudiendo hacerlo en tres maravillosos tercios. Con lo que me gustan a mí los tercios. Como no he encontrado ninguna respuesta negativa, he aplicado una de las premisas científicas. ¿Que no hay excepción? Pues, estupendamente, la regla es universal. Así que esta crónica va a tener tres partes.
No quiero descuidar mi labor divulgativa, eh. No os vayáis a pensar que se me han acabado las ideas “físicas”. Ni mucho menos. Así que hoy vamos a hablar de un concepto que, más que físico, es matemático. Linealidad. Estamos cambiando de bañador, lo sé, pero en el fondo seguimos nadando en las mismas aguas.
El otro día, durante la presentación de una de las nuevas asignaturas de este cuatrimestre, el “profe” nos dijo algo que me caló bastante. Por no salir del agua, lo del calado. “Lo bonito está en lo no lineal”. Vamos. No me digáis que no es para darle al buen hombre un sonoro aplauso. Pues sí. Pero es que, además, es totalmente cierto. Universal. ¡Como las mates!
Las ecuaciones que rigen el mundo no son en absoluto lineales, aunque simplifiquemos. Lo hacemos para poder entenderlas. Con la vida, creo yo, sucede algo similar. No es lineal, no. En absoluto. Es una función muy complicada. Espero no tener que pintarla en ningún examen. No sabría discutir su movimiento, ni obtener sus máximos. La vida tiene muchas curvas y da muchas vueltas. Cualquier cosa que merezca la pena, si lo pensáis, está repleta de giros. De recovecos. Es complicado no pisar de vez en cuando la raya cuando la curva es muy cerrada. Y encima con peralte. No importa hacerlo. Nos quedan tantas vueltas que un pequeño tropiezo es insignificante. Sigamos dando vueltas. Ya sabéis. “Lo bonito está en lo no lineal”. Y esta vez no lo digo yo. Gracias por acompañarme en este nuevo capítulo curvado.